11:00 Desde Ras Al-Hadd nos cuesta un poco, pero finalmente encontramos la nueva carretera de dos carriles a Muscat, muy similar a la que usamos para ir a Nizwa. Gran parte transcurre paralela al mar y se disfruta de unas vistas estupendas.
Paramos en
Qalhat para comprar algunas cosillas con que hacer un picnic en el
wadi. Es uno de los pueblos mas pequeños donde hemos estado, las calles son estrechas, sin asfaltar y llenas de cabras, eso cuando no hay que circular por el cauce seco del
wadi. Nada que ver con su glorioso pasado. Qalhat, ciudad de la que hablan Marco Polo e Ibn Battuta, fue la segunda ciudad del Reino de Ormuz, y un importante punto de parada en la extensa red de comercio del Océano Índico. Tenía unos 240.000 metros cuadrados de casas y tiendas rodeadas de murallas, pero en 1.350 sufrió graves daños debido a un fuerte terremoto y entró en decadencia, dejando paso a Muscat como nuevo centro de comercio.
En sus ruinas se han encontrado objetos de Persia, China y Europa, y fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1.988. De la antigua ciudad, situada en la orilla oriental del
wadi Hilmi, se conservan muy pocas cosas, la principal el Mausoleo de Bibi Maryam (que no somos capaces de encontrar).
Próxima parada
Tiwi, un bonito y apacible pueblo de pescadores desde donde acceder a
Wadi Shab. Aparcamos
el coche en el margen izquierdo, y una barca nos cruza a la otra
orilla (200 baizas pp y trayecto) que es el único margen
por el que se puede caminar. El
wadi esta situado en un
estrecho cañón de apenas 150 metros de ancho y unos
dos kilómetros de largo. Gran parte del camino transcurre
sobre un
falaj. Hay multitud de palmeras y pequeñas
piscinas de agua cristalina, color verde esmeralda, rodeadas de
espectaculares rocas. Cada curva deja entrar la luz de diferente
manera, y su reflejo en el agua y en las paredes del cañón
hacen del paseo una experiencia memorable.
Se tarda una hora
en recorrerlo a pie. En las zonas de mayor dificultad se ha colocado algo
de cemento para facilitar el paso, que sin señalizar no
siempre es fácil de seguir, pues muchas veces transcurre
entre márgenes de rocas de diferentes formas y tamaños.
El wadi finaliza en un par de piscinas naturales aptas
para nadar. La segunda enlaza con una cueva en cuyo interior
hay una bonita cascada. Sed conscientes de que no todas las piscinas son
para bañarse, ya que el agua de manantial es parte esencial
de los recursos de las pequeñas aldeas que rodean el wadi, escondidas
entre palmerales y pequeñas terrazas de cultivo.
En definitiva, aunque algunas
partes fueron dañadas en el
ciclón
Gonu que en 2007 arrasó Omán, es todavía uno de los
wadis mas
deslumbrantes del país. La cantidad de gente haciendo picnic,
bañándose o pasando el día lo atestigua. Visita
obligada.