Dicen que Mahoma rehusó entrar en ella diciendo "Al paraíso sólo se accede en el momento de morir". A primera vista
Damasco es una ciudad ruidosa de grises fachadas donde nada es extraordinario ni legendario, cuya monotonía solo se rompe por el amarillo chillón de los omnipresentes taxis. Pero Damasco es una ciudad para caminar despreocupadamente y sin rumbo fijo, tomando un té o un café negro, fumando una narguile y disfrutando ampliamente de la hospitalidad siria en una ciudad que no ha recibido aún la llegada masiva del turismo.
Al llegar a Damasco y viendo el alto precio que piden los taxis por acercarnos al centro, entre 100 y 300 SL, decidimos coger una furgoneta de transporte común por 5 SL cada uno. El problema de este tipo de transporte es que suelen tener una parada por barrio y rara vez el conductor habla inglés, así que hay que encontrar alguien que entienda claramente donde vas para que te diga el sitio exacto donde bajar y no ir a parar a la otra punta de la ciudad.
La primera noche la pasamos en el hotel Al-Diwan, una tomadura de pelo. Al día siguiente tras dar alguna vuelta nos movemos al Hotel Ghazal, más limpio, más barato, más céntrico y más simpáticos.
A falta de tiempo durante los dos días que estuvimos en Damasco, seguimos el "circuito a pie" que sugiere Lonely Planet, que incluye el zoco, la mezquita, el barrio cristiano y la calle recta.
A diez minutos del hotel, habiendo paseado junto a la muralla y tras pasar una imponente estatua ecuestre de Saladino, llegamos al
Zoco al-Hamidiyya, la calle más importante de la
ciudad vieja. Este bazar cerrado al transito y cubierto por un techo metálico agujereado con impactos de bala causados por la aviación francesa en 1925, tiene un carril central de unos ocho metros de ancho, adoquinado y abarrotado de gente ya a las once de la mañana. Las tiendas a los lados están empotradas en los edificios, mientras que en la segunda planta parece haber viviendas o almacenes. Hay de todo: ropa, pañuelos para la cabeza, heladerías y comestibles menores como agua, refrescos, frutos secos o especias. El zoco acaba en un arco romano parte de un templo dedicado a Júpiter del siglo III, abarrotado de vendedores de libros religiosos, dulces y refrescos. Al fondo ya se ve la mezquita.
La
Mezquita Omeya (50 SL), erigida sobre el templo romano de Júpiter, es el cuarto lugar más sagrado del Islam. Las mujeres deben ponerse chilaba para entrar. Tras el punto de venta de entradas lo primero que vemos es la tumba de Saladino, pesadilla de los cruzados y libertador de Jerusalén. Atravesando un pequeño jardín y pasando junto al Museo de Epigrafía Árabe, llegamos a la entrada para turistas. Accedemos al patio, un remanso de tranquilidad y silencio, dominado por el mármol blanco que cubre el suelo. Fuera queda el ruido del mercado. Los tres lados del patio tienen soportales con columnas acabadas en arcos romanos, que en algunas partes están cubiertos con mosaicos.
El centro del patio está dominado por la fuente de abluciones, en los extremos están la cúpula del Tesoro y la cúpula de los Relojes. En la parte sur del patio está el enorme oratorio, de 135x37 mts. El suelo está cubierto de una preciosa alfombra de tonos rojizos, limpia y cuidada como no había visto nunca en una mezquita. En su interior se encuentra un sepulcro que dicen contiene la cabeza de San Juan Bautista, el profeta Yahia para los musulmanes, enviada por Herodes a los romanos para dar fe de su ejecución. Pero el oratorio es mucho mas que un lugar para rezar, es también un centro de reunión. Sobre la alfombra la gente reza, medita, descansa, habla en corrillos o simplemente pasea.
Mientras alguien que parece el "encargado de mantenimiento del local y de las buenas costumbres", mete bronca a la gente por beber dentro, estar mal sentado o medio tumbado, o simplemente porque las mujeres no permanecen en el lugar exclusivo reservado para ellas.
Pero lo más impresionante es el Sepulcro de Husain, lugar donde se conserva la cabeza de Huséin bin Alí, nieto del profeta Mahoma, cuyo martirio es hito fundamental del chiismo, y el lugar centro de peregrinación. Hay decenas de fieles, turistas iraníes suponemos. Mientras un hombre canta rezos y se golpea el pecho entre lágrimas rodeado de familiares y amigos, mujeres vestidas de negro graban con videocámaras tan emotivo momento. Una intensa mezcla de turismo y devoción.
Saliendo de la mezquita comemos algo, nos vamos al hotel y disfrutamos de nuestra primera siesta sin calores. Aquí no hay los apagones a que nos tenía acostumbrados el resto del país y que nos dejaban sin aire acondicionado ni ventiladores, haciendo del sano ejercicio de la siesta una sauna de mal sueño. Al levantarnos vamos a comprar los billetes para Amman. La estación está a unos 20 minutos del centro, buscamos furgonetillas que hagan ese recorrido pero no parece haber, el taxi nos cuesta 150 SL por trayecto.
Mapa de la Ciudad
De vuelta el taxi nos deja en
Bab Al-Jabiye a pocos metros de Medhat Passa, conocida como la
Calle Recta, un zoco descubierto y bullicioso, de aceras estrechas, por donde circulan los coches en buena parte de él. Hay de todo: ropa, especias, café, frutos secos, dulces, tejidos, joyas, y los antiguos
khan, construcciones que solían servir de posada para las caravanas y que ahora albergan tiendas o almacenes. Antes de ir a cenar hacemos tiempo paseando por los callejones del bazar, compramos 100 gramos de pipas de calabaza por 25 SL y las comemos sentados frente a la entrada principal de la mezquita, un lugar privilegiado desde donde ser testigos de la vida damascena.
Debido a unos ligeros problemas estomacales derivados del calor, pasamos toda la mañana en el hotel, y cancelamos nuestra visita a Maalula. A eso de las 14:00 vamos a comer a Al-Masri, cerca de la
Estación de tren de Hejaz. El ferrocarril del Hejaz fue una línea de tren de vía estrecha que unió entre 1908 y 1916 las ciudades de Damasco y Medina, ambas pertenecientes entonces al Imperio Otomano. Actualmente se usa como biblioteca. Por la tarde nos acercamos al
barrio cristiano, que alberga tres sitios mencionados en la Biblia relacionados con Saulo de Tarso, quien luego se convirtió en el apóstol San Pablo. Aquí no se ven velos, las calles son más estrechas, las casas tienen bonitos patios interiores y los niños juegan a sus anchas por la calle. Se ven cruces en los portales de las casas, vírgenes iluminadas con velas, y esquelas de difuntos en las paredes como en Ghana. Es una zona tranquila, completamente diferente del resto del barrio antiguo. En una terraza frente a unas ruinas romanas tomando una naranjada y una helado (170 SL) pasamos nuestra última noche en Damasco.
Hotel Al-Diwan. 40$ hab. doble con baño completo. Entre la nevera (que cojea), el sofá, una mesa redonda de 80cm y la mesita de noche, no queda casi espacio para moverse. Dudo que cambien las sabanas cada día y la moqueta podía estar más limpia. El baño es tan pequeño que cuando te duchas lo mojas todo, además hay pelos y pasta de dientes incrustada del huésped anterior. En resumidas cuentas no han limpiado el baño. Desayuno típico sirio: queso fresco, quesitos, olivas y mermelada con pan.
Hotel Ghazal. 24$ hab. doble con baño completo, a/a, ventilador y agua caliente. Limpio y tranquilo. Venta de bebidas y refrescos, (25 SL el agua y 20 SL granini). Desayuno típico sirio incluido en el precio, servido en un patio con una bonita y relajante fuente.
En el proceso de cambio de hotel encontramos dos que hacían muy buena pinta pero que estaban completos.
Hotel Al-Saada. 800 SL. Hab. doble con ducha y aire acondicionado. Precioso patio interior, ambiente relajado.
Hotel Al-Rabie. Prohibido el consumo de alcohol. Junto a recepción hay un enorme patio interior habilitado como comedor. Parece muy limpio.
Umayyad Palace Rest. 350/600 SL, comida/cena, añadir 10% iva y bebidas. Buffet libre con comida correcta y muy variada, sobretodo en los primeros platos y postres. La cena incluye derviches danzantes y músicos. No sirven alcohol, ni aceptan tarjetas de crédito, pero si aceptan euros o dólares.
Al-Masri Rest. Un lugar barato de comida egipcia a pocos metros de la estación de tren de Hejaz. Los camareros van todos uniformados y el servicio es rápido y correcto. Pedimos "ogra with rice" y "kapsa with meat". Deliciosos los dos, no dejamos ni un grano de arroz en el plato. Además ensalada de pepino y rábanos en vinagre, dos naranjadas y dos tes, 420 SL.
Palmyra Damasco, 3h, 150 SL, Compañía Marwa. Cómodo, limpio, aire acondicionado, reparten vasos y agua.
El mejor medio de transporte es el taxi, muy barato y equipado con contador.
Damasco Amman, 5h, 350 SL, Compañía Challenge. Cómodo, limpio, aire acondicionado, caramelos, galletas y zumo, además de los tradicionales vasos de plástico y el agua. Personal atento y muy amable.
Precios Damasco |
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Sello a España |
18 SL |
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5 manzanas y 3 plátanos |
50 SL |