Filipinas es
un archipiélago formado por 7107 islas, separado del continente asiático por el mar de China. Es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, la amplia extensión de su línea de costa y sus numerosas selvas, son hogar de una amplia variedad de aves, plantas, animales, criaturas marinas, arrecifes multicolor y jardines de coral. Hay cientos de islas tropicales con playas paradisiacas de arena blanca y aguas cristalinas donde bucear con tubo o con botella, surfear o tomar el sol, y en algunas de ellas estarás más solo que Robinson Crusoe.
Filipinas se encuentra ubicado en el cinturón de fuego del Pacifico, siendo propenso a una actividad sísmica y volcánica frecuente. Además, debido a su clima tropical, es zona de tifones y lluvias torrenciales, que son más habituales durante la temporada de lluvias de junio a noviembre, razón por la que es temporada baja para el turismo.
Filipinas fue descubierta en 1521 por Magallanes durante su viaje de circunnavegación de la Tierra, aunque los primeros asentamientos no llegarían hasta 1565 con la expedición de Legazpi. Siguieron más de 350 años de ocupación española hasta su independencia en 1898, aunque Estados Unidos pasó a dominar el país hasta 1946, a excepción de un breve periodo de ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. El glorioso imperio español dejó iglesias y casas de estilo colonial todavía visibles, así como una profunda fe en la religión católica, el legado por el que se sienten más agradecidos. Estados Unidos les dejó el idioma, olvidaos de practicar español aquí, la cultura popular y los restaurantes de comida rápida.
Filipinas no está masificado como Tailandia o Vietnam, todavía queda mucho por descubrir, pero aun no siendo el primer reclamo turístico del sudeste asiático, ya cuenta con algunos destinos saturados por el turismo, como las islas de Boracay y Palawan (zonas como El Nido, Puerto Galera, o Coron), atestados de gente y donde los precios triplican como mínimo los de otras zonas menos visitadas del país. Por otro lado, muchos de los destinos más frecuentados están en diferentes islas, a larga distancia uno de otro, requierendo el uso de avión para optimizar los días de vacaciones.
Cuando diseñamos la
ruta, teníamos claro que queríamos huir de aglomeraciones, y disfrutar de unas vacaciones relajadas, no marcadas por billetes de avión que nos obligaran a seguir un ritmo y un destino preestablecido. Así que elegimos la zona de
Visayas Orientales por reunir todos los atractivos naturales que buscábamos (playa, selva, buceo,
snorkel) y ser una zona relativamente pequeña donde los desplazamientos no superarían las cuatro horas. El vuelo desde Barcelona nos dejó en Manila (
Qatar Airways, 618€), donde enlazamos con un avión de
Philippine Airlines (37€) a Cebú, y volvimos 26 días más tarde desde Dumaguete con
Cebu Pacific Air (35€). Menos estas ciudades, que fueron puntos de paso obligados, intentamos no movernos demasiado y dormimos solo en siete sitios diferentes, un mínimo de tres noches cada vez, siempre buscando el máximo relax.
Filipinas es un país barato, un desplazamiento en taxi (con taxímetro) desde el aeropuerto al centro cuesta unos 5€, una habitación doble con baño privado unos 35€, comer en la calle un plato de pescado con arroz desde 1€, en un restaurante local entre 3€ y 6€, y en un restaurante muy turístico 10€. Nosotros nos movemos ligeros de equipaje, frecuentamos hoteles y restaurantes correctos pero sin lujos, y nuestro único capricho es el buceo. El gasto total por persona, incluyendo aviones, hoteles, comida, desplazamientos, visitas culturales y ocho inmersiones, fue de 1.960€ por una estancia de 26 días.
En cuanto al
transporte, los desplazamientos entre islas son en
bangka (barca tradicional) o ferries para distancias más largas, que rara vez superan los 19€. Por tierra hay taxis en las grandes ciudades, triciclos,
jeepneys (jeeps de la Segunda Guerra Mundial modificados y convertidos en autobuses), autobuses de línea (la más popular es
Ceres), alquiler de coches con conductor y alquiler de motocicletas, unos 6€ diarios. Una buena opción en determinados sitios es
alquilar una moto, las carreteras están en bastante buen estado y hay poco tráfico de coches particulares, sobre todo hay otras motos, triciclos y
jeepneys. Conducen relativamente bien y a velocidad moderada (la verdad es que esos cacharros tampoco corren más). Donde más hay que vigilar es en las incorporaciones a la vía, nadie mira, la gente se mete y ya pisaras freno, que vienen de serie. Usando casco y a una velocidad prudente, no debería haber problemas.
La
gastronomía filipina es una combinación de sabores locales, chinos y españoles. El alimento básico es el arroz, que acompaña cualquier plato. Hay una gran variedad de frutas tropicales, los mangos son de otro mundo, coco, plátanos, aguacates, papaya, piña... de todos ellos hacen unos zumos deliciosos. También hay muchos tipos de verduras, y los tomates son especialmente buenos. Entre los platos principales abunda el pollo, el cerdo (hay un montón de recetas obstruye arterias) y gran cantidad de pescado. Hay mucha tradición de cocina a la brasa, y en casi todos los restaurantes hay barbacoa, donde elegís la pieza que quieres comer y la cocinan al momento. Hay dos postres que no puedes perderte:
mango float (postre tradicional a base de galleta crujiente, nata montada, leche condensada y mango) y
halo-halo (hielo raspado con frutas y helado de ube). Para beber, cerveza San Miguel, fundada en 1890 en Manila y que no llegó a España hasta 1946.