Islandia

Cuando suena el despertador estamos a -5. Gran parte de la noche ha hecho muchísimo viento, de hecho hay alerta amarilla en el oeste del país por vientos sostenidos de entre 30 y 60 km/h. El coche está cubierto de nieve, los cristales y las juntas de las puertas están congeladas. No se puede abrir ninguna de ellas más que la del copiloto. Por allí entra Rosa, enciende el coche, la calefacción, las lunetas térmicas,  y me pasa el rascador de hielo para limpiar los cristales y juntas de las puertas. En unos 15 minutos estamos listos para salir. El maletero estaremos cuatro o cinco días sin abrirlo por el hielo.

Por la carretera 724 llegamos a la Ring Road que seguimos hasta Glaumbær. Ambas están cubiertas de nieve, pero en la web de tráfico Vegagerðin no alertan por hielo. Aunque hace viento, ha bajado en intensidad y en general la visibilidad es buena. La norma es conducir despacio y sin movimientos bruscos, entre 50 y 70 km/h está bien. El viento corre sobre el asfalto envuelto en nieve blanca, todavía es noche cerrada, y iluminado por los faros del coche crea un efecto fantasmagórico. De vez en cuando una racha de viento levanta tal cantidad de nieve que durante algunos segundos parece que estemos conduciendo en una tormenta de arena, la visibilidad es casi nula y las balizas que bordean la carretera, separadas entre sí 20 o 25 metros, no se ven dos seguidas.

Hoy empezamos a recorrer el norte de oeste a este. Dormiremos en el fiordo de Skagafjörður, una de las zonas menos pobladas del país. Atravesamos un amplio valle, rodeado de pintorescas montañas, donde abundan los fornidos caballos islandeses. No hay áreas volcánicas, excepto algunas muy antiguas como Mælifell, sin embargo, hay una gran actividad geotérmica y abundan las piscinas de aguas termales.

Una de las curiosidades del país son las casas de césped, viviendas construidas de turba (carbón producido por la descomposición de restos vegetales), madera y césped. La mayoría fueron construidas en los siglos XVIII y XIX. Como piedras y madera escaseaban, con ellas se construía la base y el armazón, y el resto era cubierto completamente por césped seco, que resulta ser un excelente aislante térmico. En Glaumbær hay una granja con una docena de edificios de este estilo, pegados unos a otros para optimizar el calor supongo, tienen ventanales pequeños y el frontal es blanco con puerta amarilla. En verano hay visitas guiadas, ahora está cerrado. A pesar de estar cubiertas de nieve, y el césped marrón y seco, las vistas del conjunto con la iglesia al fondo son fantásticas. La granja es famosa por ser el lugar donde vivió con sus padres Snorri Þorfinnsson, considerado el primer europeo nacido en el continente americano en el año 1007.

Nuestra siguiente parada es en Holar, un pueblo de menos de 100 habitantes, que fue durante 700 años la capital del norte y cuya catedral del siglo XVIII es la iglesia de piedra más antigua del país. Su otro punto de interés son las casas tradicionales de césped. A mano izquierda, a la entrada del pueblo, se ve una casa aislada llamada Auðunarstofa, que fue construida en 2002 con los mismos materiales y técnicas que una casa anterior desmantelada a principios del XIX. Es imposible llegar a ella porque los accesos están completamente helados. En el centro del pueblo hay una granja conocida como Nýibær que fue levantada en 1860. Es un conjunto de tres casas, pegadas una a la otra, en lo alto de una pequeña colina, cubiertas de una frondosa capa de césped marrón y nieve. Parece que el interior fuera un solo espacio, cuyo acceso se encuentra en la casa central, y en las laterales y zonas posteriores se ubican las ventanas. Podemos recorrer todo su perímetro exterior, pero no podemos entrar, al igual que la catedral su acceso está cerrado por temporada baja. Vemos un par de restaurantes que también están cerrados.

Hofsos es un pequeño pueblo pesquero al este del fiordo de Skagafjörður fundado en el siglo XVI. Actualmente viven menos de 200 habitantes. Dispone de hoteles, restaurantes, camping, gasolinera y una impresionante piscina municipal, aunque al ser temporada baja muchos de estos servicios están cerrados. Venimos desde Holar con la esperanza de comer y darnos un baño en la piscina, pero desafortunadamente es domingo y esta cierra a las 15h (queda menos de una hora para que cierre, así que lo dejamos para mañana), el supermercado ya está cerrado, y los restaurantes al ser temporada baja ni tan siquiera han abierto.

Nos aconsejan ir a Sauðárkrókur, 35 km al sur, al inicio del fiordo. Es un pueblo de 2.600 habitantes, el más grande del noroeste islandés, y dispone de todos los servicios principales como gasolineras, bancos, hoteles y restaurantes. La mayoría de opciones para comer las encontramos en la calle Aðalgata, Sauðárkróksbakarí, una panadería muy frecuentada; Grand-Inn, un pub cervecería; Kaffi Krokur, platos combinados, sopas, sándwiches, crepes; y Hard Wok Cafe, comida asiatica (woks y sopas), comida mejicana, hamburguesas y fish and chips. Comemos aquí, hay wifi, el bacalao está delicioso y nos regalan un helado de postre. En la zona hay por lo menos una docena de hoteles, un bar de copas, algunas tiendas y una gasolinera.

Magical Horses, 11.200 ISK, desayuno incluido. Desde el sur por la Ring Road, hay que tomar el primer camino a la derecha tras pasar el desvío 767 hacia Holar. Casa particular que alquila un par de habitaciones, apartado y en medio de la nada, la única opción es cenar aquí, o ir hasta Saudarkrokur a unos 20 km, porque en Hofsos todo está cerrado. Habitación con dos camas, mesita de noche y un armario. El baño está fuera de la habitación pero es exclusivo para nosotros. Todo está limpio y la mujer es amable.